La exitosa fórmula escandinava para reducir la desigualdad económica

En una grave reporte del año pasado, el Fondo Monetario Internacional ( FMI ) advirtió que en los últimos años no sólo se agravó el fenómeno de los hipermillonarios en todo el mundo, sino que en el 53% de los países se incrementó la desigualdad entre los diferentes sectores sociales, y América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo.
«La desigualdad aumentó además en los países más grandes del mundo: China, India y Estados Unidos», precisó Vitor Gaspar, director del Departamento de Asuntos Fiscales del FMI.
Pero el reporte destaca por otra parte los logros en la lucha contra la desigualdad en los países escandinavos.
Hay un sistema de medición salarial, llamada en inglés CEO-to-worker, que compara cuánto gana el CEO de una empresa en relación con el trabajador promedio de la misma compañía. En Estados Unidos un CEO gana en general 354 veces más que su empleado promedio, mientras que en Japón la tasa es de 67 a 1, y en un país escandinavo comoDinamarca 48 a 1, que coincidentemente es uno de los países que suele encabezar el listado de los más felices del mundo.
«Cuando uno visita una empresa danesa, no se puede distinguir al CEO del empleado de oficina. Para ellos, vivir como una persona más rica entre gente pobre sería muy estresante», comentó a LA NACION Michael Booth, autor del libro The almost nearly perfect people: The truth about the nordic miracle.
«Lo particular de Dinamarca es que hasta las primeras décadas del siglo XX tenía una sólida clase aristocrática», agregó Booth. El 1% de la población concentraba el 25% de la riqueza en 1919. Pero la implementación de un «sistema de bienestar» mediante una drástica transferencia de recursos desde los sectores más altos hacia los de menores ingresos, hizo que hoy ese 1% concentre apenas un 4% de la riqueza. Dinamarca tiene además un impuesto del 55% a los altos ingresos y del 36% a la herencia.
Booth atribuye a dos factores la escasa brecha económica entre las diferentes clases sociales escandinavas. «En primer lugar, los impuestos personales y otras tasas diseñadas para controlar a los sectores de más altos ingresos. Además, para los escandinavos la evasión fiscal fue siempre un tabú. Sólo en los últimos años con la cuestión de la globalización empezaron a ver que la evasión era habitual en otros países», señaló Booth.
De todas maneras, el analista consideró que la experiencia escandinava es difícil de replicar en otras culturas.
«Cuando Escocia quería independizarse, por ejemplo, soñaban con asemejar su economía a la de los países escandinavos. Les pregunté entonces si estaban preparados para una fuerte alza de los impuestos, y ahí comenzaban a dudar», recordó Booth.
La brecha de la desigualdad en la Argentina no es muy diferente de la de otros países latinoamericanos. En el ránking mundial basado en el coeficiente GINI, la Argentina ocupa el puesto 120 entre 160 países. Aquí paga el mismo porcentaje de impuesto a las ganancias (35%) un empleado que gana un promedio de 35.000 pesos mensuales, que el hombre más rico del país con una fortuna estimada en casi 10.000 millones de dólares. Y aunque existía un impuesto a la herencia a nivel nacional, fue derogado al comienzo de la dictadura militar 1976. Sólo en la provincia de Buenos Aires se reinstauró desde 2011.